sábado, 4 de abril de 2009

De la amnesia a la oquedad

Siento un hueco que vive y se hincha.

Un hueco que destroza la corona de mi cabeza

¿O es un gusano que intenta ocultarse en la tierra?

en la tierra de mi cuero cabelludo

Y la grasa hace resbalar al gusano torpemente

hacia el abismo de mis letras, hacia una zanja de nada.

Es una grasa de quince días sin champú.

Es una grasa de estrés, de chocolates, de temor a la lluvia…

Y el gusano se oculta más profundamente

Abre cabida cínico y cortante entre la selva de mi pelo negro

Y halla obstáculos inesperados: piojos, garrapatas, caspa…

Que es el resultado de noches de desvelo y café,

noches de tener que leer la bendita Democracia Griega

o asistir a oscuros foros de prostitución.

Y el hueco se hace cada vez más grande, más latente,

ocasionando un otoño en mi cuarto; pelos caídos sobre el piso y

piojos sedientos como gusanos hambrientos ante hojarascas.

¿Se acercan las rosas o es el olor del insecticida?

No, es el humo que me llama, son las copias que me buscan…

Solón quiere recitarme esta noche sus desvaríos democráticos.

Forrest se burla de mis conjeturas:

Atenas no es una ciudad doria sino JONIA…

Entonces siento al hueco abrirse cada vez más

Abrirse y vaciarse…me siento embrutecer.

Me figuro a un hoplita espartano como un portero italiano

Y a un Eurípides siendo fiel a los dioses del Olimpo

El café se acaba o se marcha con el azúcar

Y ya no sé distinguir entre “la Fuente” de Duchamp

Y la Fuente Muda de Machado.

El hueco ya no lo es, es un abismo.

Ahora sólo veo una noche, pero sin estrellas,

Confucio, estoy confundida…

Y el gusano escurridizo me tapa la cabeza.

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